Siempre he considerado que en un buen maestro deben coincidir la capacidad y actualización en su área, conjuntamente con una actitud flexible fundamentada en la humildad de su ejercicio. Y es que transmitir conocimientos no es tarea fácil y aún menos si nos proponemos mantener una buena relación con los estudiantes, caracterizada por la armonía, respeto y consideración de las necesidades particulares, implementando en el aula el estímulo a la lectura e investigación y, a la vez, utilizando fuentes actualizadas en el área que permita diferenciar la evolución de los conceptos impartidos hasta el momento.
Ahora bien, me detengo por un momento y surge en mi interior una inquietud que trata de satisfacer cuál ha de ser la meta a alcanzar en mi rol de docente: ¿Qué tipo de profesor soy? Soy de aquellos que le gusta cumplir a cabalidad el programa diseñado de la materia, entendiendo que el estudiante debe poder ser capaz, al final del período, de establecer la diferencia entre los conceptos tratados en el aula, para así y, por ellos mismos, tengan la aptitud de aplicar en la práctica lo acordado en el aula. Me preocupo porque los estudiantes puedan entender el contenido impartido, queriendo siempre suplir cualquier deficiencia o inquietud que les surge en el desarrollo del curso, es por ello que he identificado situaciones, que prefiero no nombrarlas como “obstáculos”, ya que de cada debilidad dentro del proceso, representa una meta en sí misma, que trato de transformar en una fortaleza, haciendo el desarrollo más interesante y motivador tanto para el estudiante como para mis retos de docente.
Problemáticas Identificadas.
a) Falta de motivación: He percibido que gran parte de mis estudiantes muestran un bajo interés en la investigación académica y en la lectura contributiva para la construcción del conocimiento, debido a que aún se encuentren inmersos en el tratamiento de prácticas tradicionales, tales como lecturas de folletos contentivos de resúmenes del contenido curricular, lo que limita la creatividad y producción como fuente generadora de conocimientos.
b) Falta Dominio de los TIC´s: De lo anterior se deduce que si bien es cierto es innegable el dominio de nuestros estudiantes en la tecnología, no menos cierto es que existe una notable distancia entre la tecnología como herramienta de educación, es por tal razón que mi rol lo he replanteado involucrando al estudiantado con la plataforma de la universidad, a través del espacio materia en línea, el cual representa el conducto para la transmisión de casos prácticos para resolverlos en el aula, libros digitales y consultables a medida que se desarrolla el programa.
c) Adaptación a un modelo tradicional: Debido a adopción de un modelo clásico de costumbres arraigadas a la memorización de contenidos de aprendizajes, he inferido la participación del estudiantado por medio del constructivismo, el cual implica dotarles de información básica de un tema, para que ellos vayan avanzando y moldeando sus experiencias con la teoría, teniendo siempre mi asesoría dentro de todo el desarrollo.
Metas Planteadas.
Aspiro ser, más que un facilitador, un motivador que inspire una formación integral del contenido que imparto, no limitándome a enseñar el contenido para el cual me han encomendado, sino diseñar un modelo en el que converjan en todo momento ejercicios prácticos a resolver por el estudiante, no abandonando el objetivo afectivo, inspirado en la transmisión de valores cristianos, para así ayudarlos como seres humano dotados de dignidad, preocupándome por asuntos que tengan que ver con el bienestar común, a los fines de erradicar el individualismo que hoy en día vive la humanidad.
En fin, como meta debo transformar debilidades en fortalezas, afianzando mi seguridad en mis capacidades, reafianzar la actitud de profesor frente al estudiante y ser perseverante ante los desafíos que me presenta la vida particular que, indiscutiblemente, repercute en mi vida profesional y docente.
Aldemaro.