viernes, 25 de febrero de 2011

Evaluación centrada en el Proceso: Fortalezas y Debilidades.

Siempre he considerado que en un buen maestro deben coincidir la capacidad y actualización en su área,  conjuntamente con una actitud flexible fundamentada en la humildad de su ejercicio. Y es que transmitir conocimientos no es tarea fácil y aún menos si nos proponemos mantener una buena relación con los estudiantes, caracterizada por la armonía, respeto y consideración de las necesidades particulares, implementando en el aula el estímulo a la lectura e investigación y, a la vez, utilizando fuentes actualizadas en el área que permita diferenciar la evolución de los conceptos impartidos hasta el momento.

Ahora bien, me detengo por un momento y surge en mi interior una inquietud que trata de satisfacer cuál ha de ser la meta a alcanzar en mi rol de docente: ¿Qué tipo de profesor soy? Soy de aquellos que le gusta cumplir a cabalidad el programa diseñado de la materia, entendiendo que el estudiante debe poder ser capaz, al final del período, de establecer la diferencia entre los conceptos tratados en el aula, para así y, por ellos mismos, tengan la aptitud de aplicar en la práctica lo acordado en el aula. Me preocupo porque los estudiantes puedan entender el contenido impartido, queriendo siempre suplir cualquier deficiencia o inquietud que les surge en el desarrollo del curso, es por ello que he identificado situaciones, que prefiero no nombrarlas como “obstáculos”, ya que de cada debilidad dentro del proceso, representa una meta en sí misma, que trato de transformar en una fortaleza, haciendo el desarrollo más interesante y motivador tanto para el estudiante como para mis retos de docente.

Problemáticas Identificadas.

a)      Falta de motivación: He percibido que gran parte de mis estudiantes muestran un bajo interés en la investigación académica y en la lectura contributiva para la construcción del conocimiento, debido a que aún se encuentren inmersos en el tratamiento de prácticas tradicionales, tales como lecturas de folletos contentivos de resúmenes del contenido curricular, lo que limita la creatividad y producción como fuente generadora de conocimientos.

b)     Falta Dominio de los TIC´s: De lo anterior se deduce que si bien es cierto es innegable el dominio de nuestros estudiantes en la tecnología, no menos cierto es que existe una notable distancia entre la tecnología como herramienta de educación, es por tal razón que mi rol lo he replanteado involucrando al estudiantado con la plataforma de la universidad, a través del espacio materia en línea, el cual representa el conducto para la transmisión de casos prácticos para resolverlos en el aula, libros digitales y consultables a medida que se desarrolla el programa.

c)      Adaptación a un modelo tradicional: Debido a adopción de un modelo clásico de costumbres arraigadas a la memorización de contenidos de aprendizajes, he inferido la participación del estudiantado por medio del constructivismo, el cual implica dotarles de información básica de un tema, para que ellos vayan avanzando y moldeando sus experiencias con la teoría, teniendo siempre mi asesoría dentro de todo el desarrollo.


Metas Planteadas.

Aspiro ser, más que un facilitador, un motivador que inspire una formación integral del contenido que imparto, no limitándome a enseñar el contenido para el cual me han encomendado, sino diseñar un modelo en el que converjan en todo momento ejercicios prácticos a resolver por el estudiante, no abandonando el objetivo afectivo, inspirado en la transmisión de valores cristianos, para así ayudarlos como seres humano dotados de dignidad, preocupándome por asuntos que tengan que ver con el bienestar común, a los fines de erradicar el individualismo que hoy en día vive la humanidad.

En fin, como meta debo transformar debilidades en fortalezas, afianzando mi seguridad en mis capacidades, reafianzar la actitud de profesor frente al estudiante y ser perseverante ante los desafíos que me presenta la vida particular que, indiscutiblemente, repercute en mi vida profesional y docente.

Aldemaro.


miércoles, 23 de febrero de 2011

Concepciones sobre Evaluación del Aprendizaje: La Evaluación ideal anhelada.

La pedagogía universitaria está concebida a la transmisión del conocimiento, en aras de facilitarle al estudiante las fuentes originales para la construcción y posterior reflexión del conocimiento. Esto implica la profesionalización del la docencia en la educación superior, estableciendo el análisis del perfil tanto de nuestra institución, como del docente y del estudiante, con el objetivo de formar profesionales reflexivos, críticos y creativos dentro del proceso de enseñanza aprendizaje. Y es que la docencia demanda una preparación profesional, la cual conlleva una tarea exigente y compleja, estableciéndose la necesidad de poseer un conjunto de competencias para eficientizar la labor docente.


El proceso enseñanza-aprendizaje implica saber reconocer cuáles herramientas puedo utilizar para el beneficio de mis estudiantes, ya que la relación docente-estudiante depende de muchas circunstancias y factores, dentro de un marco de relaciones entre diversas subjetividades. Asimismo reflexioné y llegué a la conclusión de que la educación y el aprendizaje son resultados dinámicos de procesos comunicativos, pues  el contacto presencial en clases, representa el escenario en donde surgen las más interesantes experiencias del proceso educativo en sus aspectos interpersonales, tales como la evaluación del aprendizaje. Por otro lado pude llegar a la conclusión que un buen profesor utiliza estrategias y recursos de enseñanza adecuados a cada contexto específico, en ese sentido trato implementar estrategias que motiven a mis estudiantes a seguir con la dinámica en clases.

Pero, ¿Por qué se me dificulta llegar al proceso de evaluación ideal?

Un modelo ideal implica una planificación tomando en cuenta parámetros que antes no formaban parte de mi quehacer docente, ya que me limitaba a impartir lo más claro posible, el contenido correspondiente de la materia que se me había encomendado. Sin embargo, ahora identifico enfoques pedagógicos a través de planteamientos de preguntas sencillas, tales como ¿qué metas de formación estoy dispuesto asumir?; ¿cómo y qué voy a enseñar y a evaluar? ¿Utilizaré los  modelos tradicionales utilizados por mis antecesores formadores?; ¿desde cuándo empiezo a evaluar? Estas son las interrogantes que gobiernan mi labor docente, en el sentido de búsqueda de perfeccionar los criterios de evaluación utilizados.

Existen varias tendencias o métodos que pueden utilizar los docentes para asegurar un eficiente resultado formativo, dependiendo en gran manera del proceso de formación elegido por el docente. De ahí la importancia de poseer las diversas competencias, habilidades y conocimientos requeridos para desarrollar la actividad docente. Entendí, en tal sentido, que debemos de planificar el proceso de enseñanza como primer peldaño para el desarrollo de un proyecto. Luego debemos de seleccionar y preparar el contenido de la disciplina que se imparte, así nos permite saber seleccionar el material idóneo sin sobreabundar al estudiante de material innecesario. Lo anterior nos lleva a ser capaz de ofrecer informaciones comprensibles y organizadas, visto esta como la siguiente competencia comunicativa, es decir, debemos ser capaces de descodificarlas y poderla ofrecer a los estudiantes para que éstos se les facilite digerirla.

Otro tipo de competencia que traté de mejorar fue el manejo de las nuevas tecnologías, en el sentido de saber utilizar y elegir la más útil que facilita el aprendizaje sin abusar de la misma. Debemos de igual forma ser capaces de diseñar la metodología, organizando las actividades de manera tal que soslayemos aspectos irrelevantes para el crecimiento del estudiante. Me llamó la atención la comunicación en el proceso de relación profesor-estudiante,  toda vez que el componente básico de las diversas competencias del docente es precisamente una correcta y fluida comunicación tanto en el suministro de información como en la metodología a emplear. Por último, decidí agrupar la evaluación y la reflexión sobre la enseñanza, entendiendo que una conlleva a la otra, pues evaluar consiste precisamente en tomar de una muestra un diagnóstico acerca de cómo andamos para luego, reflexionar y afianzar los puntos débiles que tiene el estudiante.

La evaluación de los aprendizajes, me ha permitido analizar las competencias necesarias docentes de evaluación que permitieran una mejora continua del proceso integral formativo del estudiante. De ahí, que la primera habilidad que traté de reforzar como docente fue la creatividad en cuanto a la reestructuración del programa de la materia que imparto, a los fines de verificar la implementación de los objetivos que puedan orientar tanto al estudiante como al profesor dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.